El apego se ha convertido en un tema de gran interés debido a que permite a todo aquel que lo estudia entenderse un poco más a sí mismo (desde su niño interior hasta su yo adulto, y cómo estos están conectados entre sí). También, en el campo de la investigación tiene bastante popularidad ya que es uno de los postulados más sólidos de la psicología y de este derivan extensos estudios que le han brindado mayor rigurosidad a través de la revisión de diferentes enfoques (evolutivo, genético, etológico, entre otros).
PERO, ¿QUÉ ES EL APEGO?:
Esta teoría indica que todo individuo necesita mantener una relación emocional sana con una figura de apego (entendida como el cuidador y la persona que será el soporte del niño) la cual se convierte en una base segura de la que el menor se pueda desprender para explorar el mundo y a la que a su vez pueda regresar en tiempos de dificultad. Este proceso es fundamental para el desarrollo de toda persona, ya que permite que el infante adquiera competencias y estrategias de asociación y afecto hacia los demás, lo cual influirá en sus relaciones sociales en el futuro, (López y Ramirez, 2017 & Delgado, 2004).
Esta teoría fue formulada durante la década de los sesenta por el psiquiatra John Bowlby y la psicoanalista Mary Ainsworth, quienes fueron pioneros en investigar el relacionamiento temprano en los niños y, a partir de sus observaciones, crearon un sistema que explica su funcionamiento. (López y Ramirez, 2017 & Delgado, 2004).
Hay que tener en cuenta que hay muchos factores que influyen en el desarrollo del apego, entre estos están a) factores del cuidador, como la calidad del vínculo, personalidad de la figura de apego y el estado emocional de esta última; b) factores del niño, entre estos están el temperamento (si el niño es irritable o hiperactivo, por ejemplo), presencia de alguna discapacidad o nacimiento prematuro (estos dos últimos se explican en función de que este tipo de infantes requieren de mayores cuidados y atención); y, por último, factores del ambiente. (López y Ramirez, 2017 & Delgado, 2004).
Por otro lado, es importante señalar que el estrés infantil no es en sí mismo un problema, es normal que el menor experimente episodios de estrés, ya que es una manifestación de malestar y una oportunidad de aprendizaje para su madurez, lo que influirá en el desarrollo del apego es la respuesta del cuidador ante estas situaciones. Es importante que la figura de apego sea empática y comprensiva con el niño, para que este desarrolle un apego seguro. (Lecannelier, 2018)
También es importante, resaltar que, en la mayoría de los casos, el cuidador o figura de apego principal puede llegar a transmitir su conducta de apego al menor, es decir, si esta tuvo un apego seguro durante su infancia, es muy probable que el niño también llegue a desarrollar un apego seguro, si este es inseguro, es probable que el infante también lo presente. Según algunos estudios, esta transmisión puede llegar a prolongarse por generaciones. Aunque, es importante señalar que no es determinante, debido a que el tipo de apego puede sufrir cambios, dependiendo de las relaciones futuras del individuo (por ejemplo al encontrar una pareja o al convertirse después en progenitor). (López y Ramirez; 2017 & Delgado; 2004).
Opmerkingen